POR QUÉ IBEROAMÉRICA

Iberoamérica, una región con presente y de futuro

Hace diez años, Iberoamérica vivía sumida en un optimismo generalizado. Una década después, ese “latinoptimismo” del que hablara Enrique V. Iglesias se ha transformado en un extendido latino-pesimismo. Quizá una y otra son respuestas exageradas ante coyunturas muy concretas: de bonanza hace diez años y de endeble crecimiento en la actualidad.

Parece, por lo tanto, el momento de colocar frente a ese latino-pesimismo un renovado latino-realismo. Iberoamérica no está atravesando por el mejor momento de su historia, pero esta coyuntura no debe hacernos olvidar que la región posee los mimbres necesarios para construir un futuro mucho más promisorio.

The International Institute for Democracy and Electoral Assistance (International IDEA) señala que la región es la tercera más democrática del mundo, después de América del Norte y Europa.

Pilares desde los que construir un futuro mejor

No es mero voluntarismo: la realidad avala esta afirmación. En primer lugar, desde un punto de vista histórico, la región se ha caracterizado por su capacidad de remontar el vuelo tras grandes crisis. Después de la convulsión de la Conquista, emergieron virreinatos en los que florecía la cultura y la economía. La compleja independencia dio paso a países que consiguieron, a partir de 1870, insertarse en la economía global y consolidarse como naciones prósperas. El crash del 29 supuso un duro golpe para la mayoría de los países que lograron reinventarse industrializándose (años 40-70) e integrándose (años 50). La Década Perdida de los 80 sumió a la región en una crisis profunda de la que salió fortalecida: abierta al mundo, democratizada y, gracias a los años dorados (2003-2013), más equilibrada socialmente.

En segundo lugar, Iberoamérica posee fortalezas político-institucionales, puntos de apoyo para encarar el futuro. Las democracias latinoamericanas, pese a sus problemas de representación, desafección hacia los partidos y administraciones ineficientes, han sido capaces de superar el complejo contexto de su nacimiento (la Década Perdida) y retos como el de la “Media Década Perdida” o el fin de la bonanza desde 2013. Unas democracias que se han hecho, con el paso del tiempo, más inclusivas: The International Institute for Democracy and Electoral Assistance (International IDEA) señala que la región es la tercera más democrática del mundo, después de América del Norte y Europa, y que, de los cinco principales países del planeta con los niveles más altos de gobiernos representativos, tres (Chile, Costa Rica y Uruguay) están en Iberoamérica que es la zona del planeta con más avances en igualdad política de género en las últimas décadas.

Además, en el aspecto económico, Iberoamérica ha logrado desarrollar, más allá de su dependencia de las materias primas, sectores de excelencia (Embraer, la agroindustria argentina…) y ha visto como emergen en los últimos años potentes startups. Si bien la economía regional está lastrada por bajos índices de productividad y competitividad, tiene el viento de cola: sus principales socios comerciales (Estados Unidos y China) son las economías con mayor dinamismo en 2021, lo cual augura mejores resultados económicos para una región en la que el 75% de su crecimiento se explica por causas exógenas.

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Ventajas comparativas iberoamericanas

La geografía juega también a favor de Iberoamérica por su privilegiada posición geoestratégica y su riqueza en recursos naturales: ese factor se va a convertir en una ventana de oportunidad no solo cuando la economía mundial se recupere y demande aún más alimentos y materias primas sino en el momento en el que se dé el definitivo cambio global de la matriz tecnológica y energética. Iberoamérica tiene, en gran cantidad, los commodities (el litio, por ejemplo, del que posee el 85% de las reservas) que se necesitan para completar esa transformación energética que van a liderar la UE y Estados Unidos.

Por otra parte, la pandemia ha acelerado la compra de bienes online lo que a su vez impulsará una mayor demanda de productos básicos como mineral de hierro, acero, cobalto y otros metales. Esto sitúa a América Latina como uno de los proveedores principales de estos recursos para regiones como la Unión Europea (el plan ‘Next Generation’) que caminan hacia una economía verde y sostenible.

Existen, igualmente, razones sociales para confiar en las posibilidades de una región que se beneficia en la actual coyuntura de un doble bono: el demográfico y el de género. La incorporación de mayor número de mujeres y de los jóvenes mejor preparados de la historia al mercado laboral (con un número récord de estudiantes matriculados en educación superior) entraña otra ventana de oportunidad para la economía y la innovación. La región, además, posee un tejido empresarial y de emprendedores que han demostrado ser capaces de estar a la altura de los desafíos que demanda la IV Revolución Industrial. Un sector privado dinámico, en proceso de internacionalización -como evidencian las inversiones en España- y consciente de los retos sociales y de sostenibilidad medioambiental que existen. Y desde esa red empresarial se pueden reconstruir las economías regionales bajo otros parámetros basados en la productividad y en la competitividad, así como en sólidas alianzas público-privadas.

Por lo tanto, existen razones suficientes para ser optimistas sobre el futuro de Iberoamérica: una región que históricamente ha demostrado su capacidad de resiliencia y que, en la actual coyuntura, es una de las zonas del mundo con mayor potencial gracias a sus abundantes recursos naturales, su institucionalidad democrática, sus fortalezas sociales (bono demográfico y de género), su dinámica clase empresarial y su importante posición geoestratégica. Existe una ventana de oportunidad y ahora solo queda trabajar para aprovecharla.

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