Artículo de opinión de Gina Magnolia, Secretaria General de la OISS y panelista del III Congreso CEAPI

El III Congreso bienal de CEAPI es un espacio privilegiado de encuentro y de intercambio de experiencias entre las empresas iberoamericanas. También lo es para mostrar la respuesta del sector empresarial de la región ante los grandes retos que el contexto internacional, las transformaciones sociales y los desarrollos tecnológicos están generando; Cambios que están afectando a los modelos tradicionales de trabajo y desafiando los sistemas de protección social, haciendo aún más necesario recordar que el empleo formal y de calidad es imprescindible para el desarrollo económico, con independencia de la forma que este adquiera.

Entre los retos de este nuevo escenario en Iberoamérica destaca el desafío de la desigualdad, ya que 10 de los 15 países con más desigualdad del mundo se encuentran en la región. Aunque la pobreza se ha reducido en los últimos años, según datos de la Comisión Económica para América Latina de Naciones Unidas, unos 162 millones de latinoamericanos se encuentran aún bajo la línea de la pobreza, el 30% de la población de la región.

En este contexto, los sistemas de protección social -los sistemas de garantía de ingresos, de atención sanitaria, de servicios sociales- adquieren una gran relevancia para el fomento de la cohesión social en la región.

Dentro de las desigualdades cabe destacar la situación de las mujeres, que son mayoría entre las personas más desfavorecidas. Si bien se han dado algunos avances en educación y en participación política, y los Estados están realizando importantes esfuerzos, las mujeres se encuentran en peor situación que los varones en todos los indicadores de cumplimiento de los Objetivos de Desarrollo Sostenible, como muestra el que, por cada 100 hombres en situación de pobreza extrema, en la región haya 124 mujeres en esta situación.

Los datos sobre mortalidad materna siguen siendo elevados, igual que los de maternidad adolescente o los de falta de acceso a servicios de salud. El resultado más dramático de la desigualdad, los feminicidios, se llevan la vida de 12 mujeres al día en la región.

En cuanto a la representación política de las mujeres, si bien ha habido varias mujeres jefas de Estado en países iberoamericanos y se han impulsado mecanismos para fomentar la participación en diversos países, en los restantes niveles de gobierno y en los demás poderes públicos la presencia de mujeres no alcanza el 30%.

Los prejuicios sobre el empleo de las mujeres y la responsabilidad principal sobre las tareas de cuidado de menores y personas en situación de dependencia que siguen ejerciendo, son dos de los principales obstáculos a los que se enfrentan para lograr su autonomía económica, a pesar de los avances logrados. Esto origina que menos mujeres participen en el mercado laboral y que las que lo hacen obtengan empleos de baja calidad, con contratos a tiempo parcial y de duración determinada y concentrados en sectores de baja cualificación. Asimismo, la brecha salarial y las dificultades para ascender profesionalmente pesan sobre las carreras profesionales de las mujeres.

La desigualdad en la vida laboral de las mujeres se traslada a los sistemas de protección social, que son básicamente contributivos. Así, un 37% de mujeres percibe una pensión contributiva por edad, frente al 47% de los varones.

La empresa privada no es ajena a esta realidad. Si bien cada vez más empresas aplican políticas de igualdad y se aprecian avances, en la mayoría de las empresas de la región no se alcanza el 30% de mujeres directivas que recomiendan las organizaciones internacionales, y estas se encuentran principalmente en empresas nacionales o locales, pequeñas empresas del sector manufacturero o de comercio.

La aplicación de políticas de igualdad en las empresas no es únicamente una cuestión de responsabilidad social para las empresas, sino que redunda en su propio beneficio.

La igualdad de oportunidades es imprescindible para generar estados del bienestar, en los que pueda darse un desarrollo económico, social y ambiental sostenible, y hacia esta meta ya se están produciendo avances.

Asimismo, las empresas que aplican políticas de igualdad y que promueven la diversidad en sus equipos han demostrado ser más rentables, con un aumento de beneficios de entre el 10% y el 15%. Las empresas que aplican políticas de igualdad incrementan su capacidad para atraer y retener el talento, impulsan la creatividad y la innovación, mejoran su reputación y aumentan su capacidad para evaluar el interés de las personas consumidoras. Todo ello produce una mejora de sus resultados empresariales, económicos y comerciales.

Por todo ello, la Organización Iberoamericana de Seguridad Social (OISS), cuyo objetivo es la extensión y mejora de los sistemas de protección social en la región, coordina el Programa para la “Equidad de Género en los Sistemas de Protección Social”, que busca contribuir en la respuesta a estos desafíos que la desigualdad genera en la región.

Solo así, trabajando en alianzas estratégicas entre sector público y privado, y avanzando en políticas y programas hacia las mujeres más desfavorecidas -como las mujeres adultas mayores que viven en entornos rurales, por ejemplo- lograremos avanzar hacia la igualdad en la región.

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